Diferentes
carreras de la Facultad de Medicina programaron para la primera quincena de
diciembre sus turnos de exámenes que lograrían reunir a futuros profesionales
en su último peldaño a la consagración tras tanto esfuerzo.
Un año difícil el
que se va, por innumerables motivos en general, pero particularmente para
aquellos que lo transitaron con la ilusión de lograr su título universitario,
Largas noches de estudios compartidos para apuntalar el esfuerzo, semanas de
nervios por conseguir lo necesario para confiar en el resultado, meses de
ansiedad por llegar a la nota deseada, o al promedio que exige una beca, porque
el año apuntaba al mejor final.
Afuera, el día y
la hora señalada eran acompañados por la familia, que en muchos casos, vivía esa
emoción por primera vez. Amigos y compañeros pondrían los condimentos,
literalmente para que los festejos sean inolvidables. Y la suma de todas esas
intenciones, transformaría la tarde de la Facultad de Medicina en Buenos Aires,
en un “contagio” de la más sana felicidad compartida.
Nuevos doctores y
doctoras, licenciadas y licenciados en kinesiología y también en Nutrición, y
otras profesionales fueron entregándose a la explosión de papel picado, huevos,
harinas y otros brebajes que pintaron de colores sus cuerpos y la tarde del
barrio, que al compás de varias bandas de murgas, le dieron épica al resultado
final de un viernes distinto.
Porque además
recibirse en la UBA, esa prestigiosa universidad nuestra que hace 75 años forma
profesionales tan reconocidos como idóneos, de manera gratuita y de calidad,
sigue dando muestras que estos logros son fruto de luchas no tan sólo académicas,
por sostener el derecho esencial por el acceso a este tipo de formación, para
construir una sociedad más equitativa. Por todo eso el resumen de los festejos
al concluir una carrera universitaria habrá valido la pena.