Unas 300 personas denunciaron penalmente
haber sido estafadas por uno de los emprendimientos más lujosos de Pinamar. “Ni (Leonardo) Cositorto se atrevió a tanto”, dice con
ironía a Infobae Diego Pirota, el reconocido abogado que, además, es uno de los
perjudicados. Es que el emprendimiento se formó hace más de 20 años con la
promesa de ser el exclusivo barrio privado de la ciudad elegida por la política
y el jet set porteño durante el verano. Instalado en los
bosques, el proyecto inmobiliario incluía desde canchas de polo hasta áreas de
equitación y recreación. Pero ahora los dueños de la empresa
quieren vender esas áreas comunes, que mantenían los vecinos, y así generar más
ganancias.
“Enrique
Guillermo Shaw y sus socios ahora pretenden lotear y vender un espacio -área
deportiva- que nos habían dicho que pertenecía a un Barrio Privado que nunca
existió como tal. Nos engañaron cuando nos vendieron los lotes, y nos
pretenden seguir engañando hoy cuando nos quieren quitar espacios que nos
vendieron. Vale aclarar que el valor que cada propietario pago por su lote, y
esto aplica a todos los propietarios, correspondía al valor que posee un lote
en un barrio privado, ciertamente mucho más elevado que si el lote no estuviera
contenido dentro de un barrio/country. No hay muchas más cosas que decir para
explicar la maniobra”, se advirtió en la demanda.
Los acusados son Enrique Guillermo y Jorge
Enrique María Shaw, junto a la empresa “Pinamar Sociedad Anónima Forestal,
Agropecuaria, Inmobiliaria, Comercial e Industrial”, más conocida como Pinamar
SA. También las firmas “Imfi S.A.”, “Caec S.A.” y toda otra persona
física o jurídica que puedan ser autores, partícipes o encubridores de estas
maniobras. El juez en lo Criminal y Correccional Diego Slupski y el fiscal
Eduardo Rosende trabajan en la causa.
“Estamos en
presencia de hechos sumamente graves cometidos a gran escala, por sujetos
instruidos, reconocidos en el ámbito inmobiliario y que se han valido de la
empresa Pinamar S.A. (con vasta trayectoria) para perjudicar deliberadamente a
cientos de familias (entre ellas, las de los suscriptos) y obtener así un
rédito sideral”, sostuvo la denuncia, Hay unos 300 perjudicados: unos 100 que
son habitantes de la ciudad balnearia y otros 200 inversores oriundos de la
Capital o el conurbano.
El artículo 172 del Código Penal castiga con “con
prisión de un mes a seis años al que “defraudare a otro con nombre
supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de confianza
o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negociación o valiéndose de
cualquier otro ardid o engaño”.
Todo comenzó el 30 de mayo de 2003, cuando
las firmas Pinamar S.A. y Caec S.A. celebraron un contrato de fideicomiso, en
calidad de “fiduciantes-beneficiarias”, con la empresa Imfi S.A., esta última
como “fiduciaria”, a partir del cual consolidaron un proyecto inmobiliario
millonario. Con aquel fideicomiso (que fue renovándose a lo largo de los años)
se centró en el desarrollo de un ambicioso proyecto de urbanización en un predio de grandes dimensiones de la ciudad de Pinamar,
lindero a la ruta 11, que incluía áreas verdes, boulevares, “Club House”,
piscina, canchas de polo, áreas de equitación y deportivas, entre otros amenities. Así se detalla en los contratos firmados. Se publicitaba
como Barrio La Herradura, como el primer y único “barrio privado” de la zona.
“Lotes a partir de 1400 metros cuadrados”, prometía.
Desde el inicio,
el predio permaneció cerrado con alambrado y/o cercos, con un acceso con
seguridad privada y control de ingreso. No era un dato menor para garantizar la
seguridad, la privacidad y la práctica de deportes al aire libre. “Tiempo
después nos daríamos cuenta de que aquello tan solo constituyó el puntapié
inicial de la maniobra que se había pergeñado”, sostuvo la denuncia penal
radicada la semana pasada en los tribunales porteños. Es porque las firmas
involucradas, hasta el estudio de arquitectura, tienen sede en la Capital
Federal, según se publicitaba.
“Está claro que aquello que promocionaba Pinamar
S.A. era la venta de terrenos en un barrio privado de la ciudad de Pinamar,
dotado de cercos perimetrales, seguridad privada, áreas verdes, “Club House”,
canchas de polo, áreas deportivas con canchas de tenis y fútbol, jaulas de
golf, piscina, etc. NUNCA NADIE DUDÓ DE LO QUE SE OFRECÍA. MUCHO MENOS
PROVINIENDO DE LA EMPRESA QUE SE JACTA DE SER LA FUNDADORA DE LA CIUDAD DE
PINAMAR”, aseguró el abogado Pirota en la demanda.
Para sumar pruebas, se adjuntó una impresión de la
página web del Gobierno Municipal del Partido de Pinamar (certificada por ante
escribano público), de fecha 29 de junio de 2011, en la cual se hacía alusión a
la actividad de polo en la ciudad de Pinamar y se afirmaba que: “Esta actividad
se practica en el barrio privado La Herradura, un predio con extensos espacios
verdes, pintorescas casas, un club house con restaurante y un centro hípico. La
Herradura cuenta con dos campos de polo en óptimas condiciones, diseñados por
el reconocido especialista Alejandro Battro. Allí se realizan importantes
torneos en los que participan los equipos más importantes a nivel nacional y
también internacional. Además de poder disfrutar de estos eventos se creó una
escuela de polo para iniciados y niños. Máster de polo Series durante losdías
de la semana. La Herradura. Av. Shaw e Illiada”.
“Hoy no solo
sabemos que lo que compramos no es un barrio privado sino que además los
desarrolladores buscan comercializar el área que comprende el sector deportivo
para lotearlo y continuar vendiendo lotes individuales, privándonos de ese modo
de la única área deportiva de todo el predio. Un verdadero disparate que
evidencia el engaño del que hemos sido víctimas”, se sostuvo. La demanda señala
también que esa área es “mantenida por los propios vecinos del barrio y viendo
siendo utilizada por todos ellos desde que se creó el barrio hasta ahora”
“Valdría preguntarse, ¿por qué se pretende
enajenar un sector que desde el inicio del proyecto conformó -y conforma- una
de las principales atracciones del barrio?. La respuesta a ello podría
resumirse en una sola palabra: codicia. Esa codicia es la que lleva a los
aquí denunciados, con Enrique Guillermo Shaw a la cabeza, a no sólo colocarnos
en un lugar de víctimas de una estafa por la venta de un predio que en su
esencia no resulta lo que nos vendieran (nos decían que era un barrio
privado y no lo es), sino que ahora pretenden quitarnos una de las atracciones
más importantes del emprendimiento (las áreas deportivas), para lotearlas
y obtener una ganancia exorbitante e ilícita- por tratarse de un espacio que
hoy posee un valor de mercado que nunca tuvo la tierra en dicho
emprendimiento”, afirmó
La demanda explicó que esa situación se debe a
“lógicamente cuando todos compramos nuestros lotes, hace casi veinte años
atrás, al no encontrase desarrollado aún el barrio, la tierra resultaba más
barata que en la actualidad”. Hoy, en cambio, " todo se encuentra vendido
y desarrollado”. Así, “obtener una enorme manzana entera libre y dispuesta
a ser loteada aparece como un negocio inmobiliario fenomenal que al
parecer no se encuentran dispuestos a dejar pasar”.
La presentación también reseñó que hace unos días
la Asociación de Vecinos que fuera conformada en su oportunidad por los propios
sujetos denunciados (”sí, resulta increíble que hayan sido ellos mismos quienes
organizaron una asociación de vecinos para un barrio que legalmente no es un
barrio privado”), recibió una notificación de mediación frente a este
conflicto.