Diego, padre de Luna, una bebé
de solo tres semanas, vivió una situación de angustia que marcó su vida para
siempre. En un día que comenzó como cualquier otro, su pequeña hija se
encontraba durmiendo tranquilamente cuando, de repente, comenzó a ahogarse.
"La vi empezar a ahogarse debido a un derrame en sus vías respiratorias",
recuerda Diego, aún conmovido por la experiencia.
Afortunadamente, Diego estaba cerca y
reaccionó rápidamente. Utilizó un sacamocos para ayudar a su hija a respirar
mejor y, al mismo tiempo, llamó al 911. "Desde el momento en que mencioné
que mi bebé se estaba ahogando, sentí la urgencia del operador del otro lado de
la línea", dice Diego. Los efectivos de emergencia llegaron rápidamente,
mostrando una gran empatía y profesionalismo en una situación tan crítica.
"Estoy eternamente agradecido con
ellos. El hecho de que estuvieran allí con tanta rapidez y preocupación hizo
toda la diferencia", comenta. La experiencia le enseñó a Diego la
importancia de la capacitación de los oficiales en maniobras de emergencia,
especialmente en el caso de menores. "Es vital que estén preparados para
situaciones como esta, donde cada segundo cuenta", añade.
Hoy, con Luna sana y a su lado, Diego
reflexiona sobre la fragilidad de la vida y el valor de los momentos
cotidianos. "La paternidad es un regalo, y experiencias como esta me han
enseñado a valorar aún más cada instante con mi hija", concluye, con una
sonrisa en el rostro.
Sargento ayudante mancini Daniel y Cabo primero Tarcaya Jonatan fueron los oficiales que ayudaron a la familia.